Patricio ConSentido

El duelo y sus etapas por el médico psiquiatra Luís Jorge Gamboa Albornoz

EL DUELO

Muchos creen que en el duelo hay que dejar pasar el tiempo que todo lo cura y considerar el sufrimiento como propio, exclusivo y no compartible.
Otros creen que es un continuo lamento y se sitúan en una vida eternamente infeliz.
O que el duelo es para olvidar o para dejar de amar al ser querido muerto.
La pérdida de un ser querido es un proceso difícil al que los psicólogos denominan PROCESO DE DUELO.

Se define como el conjunto de manifestaciones fisiológicas, intelectuales, emocionales, conductuales y espirituales que se manifiestan como consecuencia de una perdida.
En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: Es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros), y espiritual (duele el alma).

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FINALIDAD DEL DUELO

La finalidad de un duelo es dar expresión y cause sano a los sentimientos, serenar el sufrimiento dominando la pena de la separación, aceptar la realidad de la muerte y amar con un nuevo lenguaje de amor al fallecido.
Y en este proceso debemos encontrar un significado a nuestra vida.
“Quien tiene un PORQUE VIVIR, encontrará siempre el COMO”

ETAPAS DEL DUELO

Quienes atravesamos por un proceso de duelo transitamos por una serie de etapas o vivencias comunes, aunque cada una se caracteriza por una amplia variedad de respuestas humanas.
Las reacciones que se presentan en cada una de las etapas son totalmente normales y esperables.
Muchos autores de libros sobre el duelo piensan que el duelo se desarrolla en 5 etapas o fases, que aunque reciben diferentes nombres según el autor, tienen las mismas características:

1ª etapa: Impacto y Negación.
2ª etapa: Conciencia de la perdida.
3ª etapa: Conservación o Retraimiento.
4ª etapa: Cicatrización o reacomodo.
5ª etapa: Recuperación y sanación.

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1ª etapa: Impacto y Negación

Sus características son:
Incredulidad, confusión, inquietud, oleadas de angustia aguda (agitación, llanto, sensación de ahogo, respiración suspirante, vacío en el abdomen, preocupación por la imagen del muerto), pensamientos obsesivos y algunos síntomas físicos (debilidad muscular, temblor incontrolable, perplejidad, mareos y palpitaciones).

2ª etapa: Conciencia de la perdida (desorganización)

A medida que los síntomas y reacciones iniciales gradualmente pierden su intensidad y la persona acepta intelectualmente la nueva situación, comienza la segunda etapa.
Ansiedad de separación, estrés prolongado, agresividad, impotencia, frustración, hipersensibilidad, trastornos del sueño, miedo a la muerte, comportamiento de búsqueda, sentir la presencia del muerto.
En esta etapa llena de conflictos surge la culpa real o imaginaria, aparece con sentimientos y pensamientos de “SI HUBIERA . . .”

La culpa puede tomar varias formas:
Sentirse culpable de estar vivo. Auto acusaciones. Culpa fantasiosa
Recapacitar de lo ilógico que es sentir culpa por algo que no podemos cambiar y que no estuvo en nuestras manos hacerlo, disminuirá la culpa y allanará el camino para la resolución de un duelo sano.

3ª etapa: Conservación, retraimiento

Aislamiento, impaciencia, fatiga y debilidad, repaso obsesivo, apoyo social disminuido, necesidad de sueño, desesperación, desamparo, impotencia.

4ª etapa: Cicatrización o reacomodo

El doliente va dejando poco a poco su mundo emotivo y vuelve a tener una perspectiva, realiza un balance entre lo que ha perdido, lo que le queda y lo que ha aprendido.

Características:
Reconstruir la forma de ser, retomar el control de la propia vida, disminución gradual del estrés, aumento de energía física y emocional.

5ª etapa: Recuperación y sanación

En esta etapa retomamos el control sobre la vida. Es tiempo de dejar partir e iniciar nuevas relaciones.
Se nos brinda la ocasión de ir al interior de uno mismo y descubrir los recursos profundos, pues el sufrimiento vivido conscientemente es con frecuencia un estimulo para evolucionar y abrirse a los demás. Por eso es importante vivir a fondo las cuatro primeras etapas, antes de pasar a la quinta.
El doliente está ahora listo para perdonar y pedir perdón al difunto por las faltas y heridas que hayan marcado su relación.
Está también dispuesto a perdonarse a si mismo y a dar gracias al ausente por la experiencia que le ha heredado.

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Recomendaciones para un duelo sano

LLORAR: es humano y es una reacción normal ante la muerte de un ser amado.

HABLAR: es una forma de desahogarse y compartir nuestros sentimientos y nuestros estados de ánimo.

CONVERSAR CON OTROS PADRES: acercarse a un grupo de ayuda mutua puede aliviar en gran medida nuestro dolor, al escuchar a otros padres como sobreviven, es una esperanza.

RECONOCER LA PERDIDA: admitir la pérdida nos permitirá avanzar en la aceptación.

ESCRIBIR LO QUE SE SIENTE: nos permite esclarecer nuestros propios sentimientos y las emociones.

CULTIVAR EL AFECTO Y EL AMOR MUTUO EN LA PAREJA: mantener comunicación con el cónyuge.

PRESTAR ATENCIÓN Y CONSOLAR A NUESTROS HIJOS: ellos también elaboran su propio duelo, no los olvidemos.

RESPETAR EL DOLOR DEL CÓNYUGE: Se debe evitar la crítica ante el dolor de nuestra pareja.

CONSULTAR A UN PROFESIONAL: Asistir con un psicólogo para recibir orientación y consejo.

EVITAR TOMAR RESPONSABILIDADES O DECISIONES IMPORTANTES: Aplazar las decisiones importantes como cambiar de casa, vender las cosas o cambiar de trabajo.

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